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Bifurcacion. Sumergirte En El Camino Aunque Te Mate.



A lo largo del tiempo se había convencido a sí misma de haber alcanzado un nivel de estabilidad y comprensión de sus propios procesos que pocas personas o eventos podían alterar, o eso creía.


Claro que no había experimentado recientemente ninguna emoción abrumadora, ningún drama destacable, ni siquiera una alegría digna de mención.


Y es por todos sabido, que en esta clase de sucesos es cuando uno puede hacer examen de aquello que ha aprendido. Sin la provocación, sin la experiencia no puede uno saber en qué lugar de su propio camino se encuentra.


Y así llegó la hora de su prueba, inesperadamente, sin previo aviso, como suelen presentarse esta clase de acontecimientos.


En un momento cualquiera, la vida irrumpió en su frágil calma, lo hizo estrepitosamente, armando un magnífico escándalo emocional, provocando devastadores terremotos y derrumbando a su paso todo cuanto ella había edificado con amor y paciencia.


Entonces supo que en realidad no sabía nada, que no había aprendido nada, que los libros son espléndidos maestros pero no te sirven cuando la vida hace acto de presencia, con sus dilemas, con sus cuestiones irresolubles y su manera singular de perturbar.


Y tenía dos caminos por delante, como suele ocurrir, dos trayectos muy distintos, en uno calma y sosiego, en el otro cataclismo. Pero uno siempre sabe lo que va a escoger incluso antes de hacer la elección. La experiencia nos llama, nos provoca, nos absorbe y succiona.


Y ella valientemente resolvió vivir y abrazar aquello que la vida ofrece. Decidió renunciar a la quietud que la soledad solía proporcionarle para sumergirse con los ojos abiertos y expectantes en el infinito mar que la vida derramaba sobre ella.


Todo cuanto había creído ser se derrumbó. En un instante, todas sus barreras estallaron como si no las hubiera levantado con tanto esmero y dedicación. Se perdió flotando en su desbocada mente en un extravío sincera y completamente irremediable.


Pero qué sería de nosotros sin el amor o sin el drama, de qué modo podríamos sentir los latidos de la vida si no es a través del atrevimiento, del salto al vacío o del fuego que abrasa.


La vida siempre es experimentar, aprender y avanzar para volver a experimentar y comprobar cuan inútiles son nuestras cavilaciones y nuestras creencias sobre lo que sabemos y lo que no.


Si hay experiencias delante de ti, y siempre las hay, abrázalas, aunque peligre tu vida, acógelas y exprímelas, porque en ellas está el néctar de la vida, sin ellas simplemente estamos pero no somos y el Ser es todo lo que importa, lo único que importa y lo que hemos venido a expresar.




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