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Sentir. Gozar. Estar Fuera Del Pensamiento.




A menudo me pregunto qué es esto de vivir. Y la verdad que, ni idea. Pero, ni la más remota además.


Esto, curiosamente, lejos de ser frustrante, me resulta endemoniadamente estimulante y no sabría definir porqué. Supongo que, no tener respuesta a esta clase de preguntas es lo que nos hace seguir vivos, vivos de verdad, con el corazón vibrante y trepidante como el libre cabalgar de un caballo desbocado y salvaje.


En mi análisis particular sobre qué sentido tiene esto de vivir, he descubierto que ciertos hechos o acciones, que en principio pueden parecer comunes, tienen la capacidad de dotar a la vida de un sentido amplio y suficiente, es decir, mientras experimentamos estos hechos o acciones, el sentido de la vida se revela por sí mismo y no hay necesidad de definir ni precisar, se trata simplemente de experimentar.


He hecho un pequeño recopilatorio de los eventos que mayor placer me han proporcionado y a través de los cuales, en mayor medida, he podido acercarme a esa extraña e incognoscible cosa del sentido del vivir.


Estar fuera del pensamiento.


Con estar fuera del pensamiento me refiero a un estado libre del tan habitual alboroto mental, un estado en el cual la mente es echada apaciblemente a un lado para, de este modo, permitir el surgimiento de un espacio desde el cual podemos experimentar cualquier situación o circunstancia sin juzgarla ni etiquetarla. Y permitir que todo sea como es.


La paz que emerge de este estado no se puede describir de ningún modo, está fuera de cualquier definición conceptual, de cualquier intento de limitación lingüística.


He querido mencionar esto en primer lugar, porque para mí, es únicamente a través de este estado como verdaderamente se puede gozar de lo que en un principio puede parecer común y cotidiano.


Sentir.


Sentir cualquier cosa.


Sentirla sin pensar en como es.


Nos estamos olvidando de sentir.


Pasamos demasiado tiempo analizando situaciones, buscando explicaciones para todo cuanto ocurre y mientras tanto, lo más importante está ocurriendo delante de nosotros, pero no podemos verlo y mucho menos podemos sentirlo porque estamos demasiado ocupados clasificando y catalogando todo acontecimiento.


¿Y qué sentir?


Sentir la fresca sensación en las plantas de los pies al pisar la hierba recién regada.


Sentir el placer que experimenta el cuerpo, cuando se echa sobre una cama, después de un largo y extenuante día de trabajo.


Sentir el olor a café recién hecho y darse cuenta del suave borboteo que emana de la cafetera.


Sentir los rayos de luz acariciando la piel justo antes de que el sol se ponga.


Sentir la mirada ilusionada de alguien que nos ama o los ojos de un niño atravesándonos limpiamente.


Sentir los brazos de una madre mientras envuelven el cuerpo en un cálido abrazo o el sabio consejo de un padre entregado.



Sentir el olor de un libro viejo o de uno nuevo, dejar que penetre por las fosas nasales e imaginar qué misterios contendrán esas páginas, dejarse embriagar por la expectación.


Sentir la excitación que produce un beso proveniente de los labios adecuados y más si han sido anhelados o intensamente ansiados.


Sentir el dolor por haber perdido a un ser amado y honrar ese dolor, permitir que ocurra, tener el valor de no querer escapar y ver la belleza que también el dolor tan majestuosamente puede manifestar.


Sentir el agua salada del mar mientras eres mecido por ella, escuchar la nada y observar nuestro precioso cielo azul.


Sentir el misterio, sentir un ocaso, sentir a otro ser humano y respetar su libertad.


¡Si no sientes, estas muerto! ¡Si no puedes maravillarte, has dejado la vida de lado!


Gozar.


Para poder gozar, hay que hacer tantas cosas placenteras comos sea posible.


Hoy en día, muchas personas ni siquiera saben lo que les gusta, se aburren con facilidad y no encuentran estímulos que les absorban por completo. Esto sucede porque no se conocen, porque no saben nada de sí mismos, por lo tanto, no pueden autosatisfacerse ni darse el gozo que toda persona aquí, en este mundo, merece experimentar.


Gozar es importantísimo, es primordial, sustancial, urgente y fundamental.


Vivimos en un mundo donde la infelicidad, la amargura y el cinismo están a la orden del día, por ello, es imperativo que las personas encuentren aquello que les hace gozar, y no solamente deben encontrarlo, sino que deben practicarlo tanto como les sea posible e incluso un poco más.


A través del auténtico gozo del alma, se puede experimentar una especie de comunión fugaz y transitoria con todo y con todos, una especie de plenitud que va más allá del gusto momentáneo o del placer inmediato, más allá de todos los placeres mundanos, de todas las supuestas experiencias gratificantes.

El gozo, el verdadero gozo está ligado intrínsecamente a aquellas cosas que nos hacen sentir profundamente vivos y esas cosas pueden ser de lo más extrañas e inusuales y no hay ningún problema, porque así de extraño es el verdadero ser humano y no el humano cuya libertad ha sido coartada.


Así que, con estas necias palabras, sentir, gozar, estar presente, resumo de momento mi frágil comprensión de esta cosa misteriosa llamada el sentido del vivir...
















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